¿Qué Pasaría Si Internet Dejase De Existir?

¿Qué Pasaría Si Internet Dejase De Existir?

Al parecer nuestra sociedad no está lista para esa pregunta.

Una ojeada en Google (que dejaría asimismo de marchar evidentemente) señala que hay pocos artículos sobre el tema y en cambio, demasiados sobre: “¿Qué sucede si deja de marchar el IE de Microsoft”.



En dos mil trece la gaceta

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preguntó a ciento cincuenta científicos, tecnólogos, escritores y académicos: “¿De qué debemos preocuparnos?”



Hay por lo menos diez advertencias sobre la apabullante dependencia que tenemos en las plataformas, interfaces y contenidos digitales.

Por poner un ejemplo, el historiador de la ciencia George Dyson asevera que “tarde o bien temprano, intencional o bien accidentariamente, experimentaremos un aciago caiga de internet. Y no tenemos un Plan B siquiera para reactivar una red tosca, de bajo ancho de banda” a lo largo de la urgencia.



Afirma Randolph Nesse, maestro de Psiquiatría: “Internet fue desarrollado para subsistir todo género de ataques”, menos mal pues “al fallar las factorías paran, las estaciones de energía se apagan, el transporte aéreo y de trenes se detienen, los centros de salud y las escuelas se paralizan y la mayoría del comercio cesa.” Entropía.



A Noga Arikha, historiadora francesa, le preocupa “el prospecto de la amnesia colectiva”.: el traslado progresivo de la memoria a los discos duros y a la nube y el llamado “efecto Google”, consistente en buscar el dato en lugar de memorizarlo. Piense cuántas cosas ha olvidado o bien dejado de archivar solo por el hecho de que están al alcance de la punta de los dedos.



Ahora ¿podríamos quedarnos sin internet? Claro: desde el instante en que un gobierno lo limite hasta el momento en que ocurran cisnes negros, acontecimientos inopinados mas plausibles. Sobresalen 2.

Cita:

José López, físico de la Seton Hall University

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que “la preocupación por una erupción solar hacia la tierra es lícita. (…) Ocasionaría extenso daño al sobrecargar y destruir equipo eléctrico”.

Afectaría primero a los satélites. No habría TV inalámbrica, pronóstico del tiempo tampoco GPS ¡la conexión misma estaría ausente! y, en tierra, afectaría estaciones repetidoras, antenas, sensores, cables, discos duros, dispositivos móviles y la data misma.



Asimismo un ataque cibernético masivo que “tumbe” la red. Sobre esos “

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” de Iran y Corea del N. un artículo del New York Times apunta: “Estos países están haciendo armas cibernéticas del mismo modo que se están haciendo las armas nucleares, conforme afirmó James A. Lewis, un especialista en seguridad informática.”

El año pasado los Estados Unidos acusó de manera directa al gobierno chino de ciberataques. La República Popular hizo otro tanto con los estadounidenses. Se sabe de intercambios desde o bien Iran, Rusia y países de Europa del este.



Y de allá de ahora en adelante las teorías conspiratorias vuelan más alto que cualquier satélite artificial. ¿Ejemplos? La insostenibilidad económica de la infraestructura; el hecho puro y duro de que esa fantástica plataforma pertenece a empresas privadas o bien gobiernos; que un cometa errante impacte la Tierra o bien serias distorsiones en el tiempo y un largo etc..



Sin internet repentinamente en el planeta, reduce hasta la psique social y no solo por el efecto Google. La memoria colectiva, que ha sido transferida del papel a los espacios on line ¡puf! inalcanzable.



Se paraliza la burocracia en una buena parte del planeta. Adiós a toda transacción de adquiere o bien pago on-line. Habría sistema telefónico, mas disminuido, dado el porcentaje que se ha ido trasladando a la IP y a los aplicaciones.

Y si al final no pasa nada

Tener una vida fuera de línea es buenísimo. Semeja obvio, mas muchos “incurables” eliminan o bien minimizan ocupaciones como leer (libros de papel o bien electrónicos mas fuera de línea), practicar deportes (y no en Xbox), visitar amigos, charlar the old fashion way (vale agregar: tener sexo de veras). Eso no solo revive satisfacciones en ocasiones olvidadas, sino le devuelve a la vida un carácter multidimensional nada desapacible.



Ciertos especialistas aconsejan intentarnos una red humana de apoyo. Amigos, familiares o bien colegas con los que compartir temas de interés, conversaciones provechosas, intercambio de conocimientos… No es moco de pavo, puesto que se interpondrían las distancias y (¡horror!) las conexiones dial-up con telefonía analógica.



La nube es el presente y el futuro, mas un backup local no está de sobra. Digo, en caso que no tengamos acceso a la nube. Yo empleo un backup externo: Carbonite y guardo piezas particularmente valiosas en otros espacios on line, mas conservo 2 discos externos con la data más apreciada de mis computadoras y móviles.



En pequeño, recordemos que internet y el planeta digital pueden destruirse provisionalmente por virus o bien piratas informáticos, con lo que no desatendamos la protección de antivirus y los pies en el suelo (no abran ese attachment que dice: “Eres millonario, haz click acá y demanda tu premio”).



Un manual de la Universidad de California sugiere “Tratar internet como una herramienta“, o sea, “concentrarse en que la red es un medio y no un fin”. De esta manera no lo personalizamos, tal y como si fuera un interlocutor vivo. Ese desapego tal vez sea útil si o bien cuando el destino nos alcance…



Hay que recobrar la potestad de la memoria. Recuerdo que cuando comencé a emplear calculadoras electrónicas en la escuela olvidé la tabla de multiplicar y otras operaciones básicas de aritmética. Trato de que eso no pase con Google y mi memoria. Es bueno saber y si no, saber procurarlo.



¿Desconectarse… de manera voluntaria? Lo más bien difícil, mas lograble. No como pantomima, sino más bien genuina supervivencia básica. Si uno se encuentra en la isla desierta de información, uno subsiste con lo que tiene a mano: libros de papel, hemerotecas, CD, contenidos y también interfaces sin internet. Da vértigo mas es noventa y nueve con nueve por ciento del cosmos conocido: el no internet.